Si hubiera que señalar dos días del pasado reciente que simbolicen la fragilidad de la aparente dominancia del partido Demócrata en los Estados Unidos, tras las elecciones generales del pasado tres de noviembre, estos dos días son el cinco y seis de enero pasados.
El cinco de enero, los dos candidatos demócratas al Senado por el estado de Georgia ganaron sus respectivas elecciones, creando un Senado perfectamente dividido (50 a 50), con el voto de la vicepresidenta Kamala (pronunciado Kámala) Harris, obviamente demócrata, para romper un posible empate. En la cuerda floja.
El seis de enero fue, más que una Epifanía, un Dies Irae, un día traumático para la gran mayoría de los ciudadanos en USA. Las bandas supremacistas afloraron como pocas veces y, en coordinación implícita o explícita con algunos lideres republicanos y elementos de las fuerzas de orden, dieron muestra de sus intenciones.
Nos esperan dieciocho meses decisivos. Una lectura más amplia aquí.