Por la agudeza de sus carencias y porque, más que nadie, el mundo rural hubiera necesitado avanzar en la digitalización de la educación, creo que es desde este ámbito territorial del que van a surgir los impulsos y las aspiraciones para la reinvención de la educación.
El futuro de la educación es malo, pero la educación del futuro va a ser muy buena. Por la sencilla razón de que si no la mejoramos no habrá futuro. La educación sirve para difundir el conocimiento que se adquiere cuando los sujetos talentosos destilan la quintaesencia que lo constituye.
El confinamiento ha revelado y ampliado la grave divisoria digital entre los alumnos que carecen de posibilidades para la digitalización de la educación antes presencial (dispositivos, y también conectividad) y los que disponen de ellas.
Pero lo más sorprendente, en mi opinión, es la polémica que ha surgido sobre la «presencialidad» en la apertura del nuevo curso escolar.
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