La evidencia española muestra que la participación laboral de los jóvenes, tanto hombres como mujeres, se está normalizando, lo que significa que se ha reducido para los más jóvenes en los últimos años y se ha equiparado entre los sexos para las edades intermedias.
Pero a medida que avanza la edad, dentro de una cierta equiparación entre los sexos, hasta edades avanzadas, se produce un colapso de la actividad laboral.
Esto no es así en todos los países de la UE o fuera de ella, donde encontramos excepciones muy notables de amplia actividad laboral.
Hay muchas razones para que la actividad laboral a edades avanzadas no disminuya excesivamente y también para que lo haga, pero pocas tienen que ver con el incesante aumento de la esperanza de vida, lo cual no deja de ser una paradoja por dilucidar.