¿Es posible que la colaboración entre el Estado y el sector privado no sea necesariamente rapaz e iliberal? La realidad y la lógica (de Juan de Mairena) nos aseguran que sí lo es.

Los ejemplos históricos abundan; en los Estados Unidos existen los Sammies, imitando a los Oscars, para premiar la excelencia, a menudo científica y técnica, en la función pública. Angus Deaton (premio Nobel, 2015) nos insta a no demonizar al Estado si queremos retornar a una forma más competitiva e innovadora del capitalismo.

El Liberalismo más amante del progreso edifica sobre los sólidos fundamentos de la ilustración escocesa, léase Adam Smith y David Hume, cuya profundidad filosófica y moral, además de su sentido práctico, ha resistido la prueba de los siglos.

¿Y en España? Quienes encajarían en las coordenadas expuestas no son masa crítica hoy. La polarización agotadora y agotada del país nos tiene paralizados. ¡Vuelva usted mañana!

Un tratamiento más amplio del tema, aquí.

José Antonio Herce