Los Pactos de la Moncloa fueron la brillante respuesta de la joven (e inexperta) democracia española a la complicada situación económica que la conjunción de dos poderosas tesituras estaba produciendo. Se firmaron el 25 de octubre de 1977 en el Palacio de la Moncloa.
Se trataban del ‘Acuerdo sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía’ y del ‘Acuerdo sobre el programa de actuación jurídica y política’. Las Cortes constituyentes los ratificaron entre el 27 de octubre (el Congreso) y el 11 de noviembre (el Senado) del mismo año.
Hoy, para vencer el Covid-19 y, sobre todo, para ‘reconstruir’ la economía española tras el desplome de las cadenas productivas y de pagos (y contrapartidas) y el consiguiente, pero derivado, ‘shock’ de demanda, se reclama desde el Ejecutivo un gran pacto.
El nombre es lo de menos, se dice, pero todo el mundo evoca los Pactos de la Moncloa. Y se subraya: entre todas las fuerzas políticas y sociales.
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