Con estas palabras de la alcaldesa de Madrid se ha desatado la competencia, que promete ser dura, por adjudicarse la sede del Mobile World Congress.
Despojen de todo elemento accesorio la polémica casera (de descansillo de escalera, quiero decir) que se ha montado en los medios y redes sociales (con lo que se quedarán sin argumentos) y piensen por un momento lo hermoso que sería ver a dos grandes ciudades europeas, como son Barcelona y Madrid, competir noble y abiertamente por un evento que es cada vez más representativo de los nuevos tiempos, en la frontera de la tecnología y profundamente disruptivo de los estilos de vida..
¿No creen que nos merecemos algo de esto? Es decir, que, con argumentos, técnicos, de valor añadido, en buena lid, siguiendo un proceso de “destrucción creativa” probablemente ineludible, acabemos consolidando en España un evento S. XXI de primer orden mundial. ¡A por él!