Los principales países del mundo se han embarcado en un interesantísimo experimento regulatorio. Ante la evidencia de que la digitalización desborda la regulación existente en las finanzas, limitando el desarrollo de muchas buenas ideas (y otras tantas start-ups), reguladores y regulados han aceptado meterse en un “arenero” (una sandbox) para generar nuevas regulaciones que preserven los derechos de los consumidores sin cortar las alas al desarrollo.
El arenero (figurado) les aísla del resto, de forma que fuera de él no puede hacerse nada que viole la regulación vigente y dentro de él se puede hacer de todo hasta que la nueva regulación a prueba determine los nuevos límites y el momento de su generalización.
Esta excelente idea ya se está poniendo en práctica para la integración en el mercado de las fintechs (start-ups financieras). Sería bueno que se generalizase a la salud, el mercado de trabajo o el ámbito rural.
El ingenio, la creatividad y la innovación son grandes cualidades de los seres humanos que no pueden ni deben ser cercenados por burocracias y formulismos, pero claro que si veo interesante que las iniciativas que provengan de tales personas sean incorporadas al arenero y que de alguna manera se vayan desarrollando hasta que puedan llevarse al exterior y mejorar seguramente alguna actividad o proyecto.
Estimo que la libertad de poder generar nuevas ideas que sean mejores frente a las actuales debe ser permitida en todo momento pues sólo así la humanidad seguirá avanzando.
No puedo estar más de acuerdo, estimado amigo. Gracias por su comentario. Justamente, un sandbox consiste en eso, aunque a veces se corra el riesgo de «encauzar» (nunca anular) la creatividad. Pero para que el ingenio y la creatividad surtan su magia en el mercado algún tipo de cauce debe ponerse. El regulatorio, si está bien trazado protege a los consumidores y fomenta la competencia, maximizando el valor social del talento.