La defensa de la competencia es la defensa de los consumidores. Ambas facilitan que el mercado asigne eficientemente los recursos de manera que los márgenes de las empresas se reduzcan al mínimo que permita remunerar a sus propietarios y mantener su dinamismo innovador, y el bienestar de los consumidores aumente por la vía de más calidad, más cantidad y menor precio. El mercado tiene fallos en esta asignación y contra ello existen soluciones implementadas por los gobiernos bien testadas en la historia económica reciente. Los gobiernos también tienen fallos, e igualmente existen soluciones bien probadas. Todo esto, sin embargo, requiere gobernanza de última generación cuando la sociedad avanza impulsada por cambios profundos en el ciclo de vida de los individuos y la disrupción tecnológica. Gobernar para los consumidores es gobernar para los trabajadores, que también son accionistas de los millones de empresas que existen en España, no se olvide. (leer más)
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