Queridos lectores (si es que todavía estáis ahí),
Desde el pasado septiembre de 2018 no había vuelto a escribir un post en este blog (y me los prometía cada 15 días) … os pido perdón por este imperdonable retraso. Soy consciente de que desaparecer del espacio virtual durante tanto tiempo conlleva un riesgo severo, y lo asumo.
No es que la causa de la libertad y el desestanco ya no requiriese de mis modestas contribuciones periódicas porque, en una conjunción astral jamás vista antes, los enemigos de la libertad económica y los amigos del acaparamiento de los bienes, los servicios y el conocimiento que el progreso y el ingenio humanos traen consigo, hubiesen sido borrados de la faz de la tierra, que ya me apresuro a aseguraos que no han desaparecido.
Tampoco que nadie me dijera entonces que ya estaba bien de daros la lata, o que alguna poderosa razón me impidiese hacerlo, no. Lo que me ha impedido nutrir con la periodicidad convenida en este querido blog de mis entretelas es que he estado ocupadísimo con multitud de actividades y escribiendo, agarraos, … para otros blogs, capítulos de libros varios, periodistas o medios.
También, ocupadísimo militando contra la despoblación, coordinando estudios para impulsar la discriminación fiscal positiva (aquí: http://sspa-network.eu/wp-content/uploads/Una-fiscalidad-diferenciada-para-el-progreso_SSPA.pdf) a favor de los agentes económicos de la “España Vacía” (Sergio del Molino) (aquí: http://www.empresaglobal.es/EGAFI/contenido/1826549/1633772/laponia-i-pueblos-pobladores-y-despobladores.html), o cultivando mi huerta (un día os hablaré de ella) o colaborando con la Fundación Villa de Pedraza (aquí: https://www.pedraza.net/premios-iii-concurso-de-ideas-sobre-emprendimiento/). Y, como no, pues de algo hay que vivir (me refiero a la exigencia intelectual y profesional), profundizando en las soluciones de futuro para la jubilación cuando la vida se alarga cada vez más.
Tantos asuntos que me han puesto al borde del colapso frente a mis acreedores de todo orden (intelectual, colaboraciones, fondos “buitres”, etc.).
El caso es que, mis buenos amigos, la causa de la libertad (de cultos) y el desestanco (de la sal) sigue necesitando defensores y, por eso, es decir, no porque yo me crea tal defensor, sino porque sí creo que todos vosotros sois necesarios en esta causa, vuelvo a la carga, y porque me lo pide el cuerpo. No precisamente el de inspectores de la defensa de la competencia, que no sé si existe tal cuerpo que, de existir, pertenecerían sus funcionarios al Régimen Especial de las Clases Pasivas, un vestigio galdosiano. Don Benito, ¡cómo se le echa de menos en estos tiempos!).
Porque es gracias al enorme talento y capacidad de Galdós para interpretar la idiosincrasia de nuestro país en clave histórica y literaria, cuando no sociológica o política. Y es a manera de homenaje su perspicacia para dotar a sus personajes liberales de esa genética tan rebelde y española contra las instituciones opresoras, en las pocas ocasiones históricas en las que esta se manifiesta, que tenemos pasajes inolvidables en toda su obra para esgrimirlos en defensa de las nobles causas de la libertad de culos y el desestanco de la sal.
Me permito, por fin, conduciros, amables suscriptores del blog, por si fuera de vuestro interés, al primer post del mismo título con el que en abril de 2018 inauguré esta interrumpida serie que hoy reanudo. Que os sea leve.
Así empezaba aquel primer post:
¡Viva el liberalismo y el desestanco de todo lo estancado! Gritaba Polop, un personaje galdosiano al inicio del Capítulo VII de “La de los tristes destinos”, el Episodio Nacional dedicado al periodo final del reinado de Isabel II antes del triunfo de “La Gloriosa” de 1868. En “Cánovas”, otro de sus exaltados personajes proclamaba in mente, esta vez, sin atreverse a gritarlo a pleno pulmón durante una algarada en la calle de Alcalá, ¡viva la libertad de cultos y el desestanco de la sal!
Este grito liberal, de libertad y libertario…